miércoles, 1 de mayo de 2013

Criar en tribu, el retorno a lo natural


El sistema nos ofrece cada vez más opciones que atentan contra el vinculo mamá-bebé, cada vez más artefactos artificiales, más cesáreas programadas, más desapego, más egoísmo ¿Esa es la humanidad que queremos? ¿Cómo podemos pretender un futuro mejor si educamos de esta forma?
Hay otra forma de gestar, de parir, de criar. Es un camino muy arduo, pero los resultados son maravillosos, no solo para nuestro bebé sino para nosotras mismas. Es un proceso de aprendizaje y sanacion tan profundo, las invito a conocerlo…

Criar en tribu, el retorno a lo natural 


En principio, el grupo de crianza es un espacio de información donde entre todas aprendemos mucho de todo. Cuando digo "todo" quiero decir, no solo de crianza, sino de la historia misma de la humanidad desde las culturas más primitivas que van de la mano con la armonía natural de la vida. Aprendemos de los vínculos humanos, de alimentación, de salud, del antes el después y el durante, de la vida en si. Es un espacio donde desmitificamos, donde el cuestionamiento es bienvenido, un espacio donde desandamos camino y descubrimos los otros que nadie nos contó y así creamos los propios y podemos compartirlos en grupo. Así nos enriquecemos enormemente con la experiencia de los otros y aprendemos mutuamente profundizando sobre uno mismo y su propia historia para poder sanar nuestros antepasados y nuestra descendencia, ese tesoro sagrado que nos llevo hasta este lugar. En el grupo, tarde o temprano, nos sacamos las mascaras, nos despojamos de todo, nos exponemos íntegramente, los síntomas tomar forma, gritan cosas desde adentro…sobre todo porque es nuestro hijo quien habla y somos muchas las que escuchamos, es imposible no hacerse cargo y es uno de los objetivos supongo, el tomar responsabilidad: eso es la libertad real.
En el grupo compartimos quienes somos y lo que nos pasa, desde una profundidad y una empatia que difícilmente se de en otros ámbitos o con otras personas. Es como una gran terapia grupal donde los temas se van hilando y todo empieza a salir a la luz de lugares muy oscuros que antes no habíamos conocido. El cielo y el infierno se hacen presentes más allá de nuestro permiso, hay días más livianos que otros, como todo. El puerperio es un mar revuelto, la marea sube y baja continuamente y los sedimentos que arrastra desde el fondo son visibles para el ojo entrenado y el corazón abierto. Sabemos que a pesar de las diferencias personales, todas estamos atravesando por procesos similares, embarazadas y redondas, ansiosas, miedosas, puérperas, locas, brujas, lobas, madres desesperadas en medio del caos que el primer hijo trae, madres enamoradas de sus cachorros, llenas de dudas, de leche, de amor, de cuestionamientos. Compartimos horas de catarsis, de soltar bien desde adentro, de confesar, de recordar, de dejar caer las lágrimas y soltar las carcajadas, de amamantar y amar, de aplaudir el desastre, putear si hace falta, todo vale cuando una se muestra tal cual es. No hay límites, no hay nadie que señale o juzgue, hay contención, apoyo, compañía y esa increíble sensación de saber que no somos las únicas, que algo nos iguala como hembras humanas. Y así sangramos con cada relato desgarrador, con cada inne-cesaria, con cada síntoma que habla de tantas cosas, con cada historia fuerte que resuena en la propia. Nos abrazamos, nos apoyamos, arrullamos a nuestras crías en circulo, lloramos, festejamos cada logro del bebé y de la mamá, somos testigos del desarrollo de cada niño y de cada madre porque para nosotras también es un “volver a nacer” nos hemos parido como madres y entre todas vamos gateando, aprendiendo a caminar y transformando por completo nuestro universo, nos tomamos esos permisos porque los merecemos y los disfrutamos. La maternidad te atraviesa, dice siempre Ana, desde un lugar donde nunca nada ni nadie lo hizo antes y es para toda la vida.La teta es solo la punta del iceberg, decía Lisette. Yo llegue acá por la teta y no entiendo que paso, decía entre risas y lagrimas Barbara mientras acunaba a Paloma. Algunas llegan por algo puntual o que parece superficial y se quedan porque el grupo tiene ese poder de empezar a remover las fichas, a reacomodar los roles, a reordenar desde lo interno para poder acomodarnos un poco en todo este mundo tan nuevo y ajeno por momentos, que es ser mamá. En los grupos se genera una energía donde hasta el silencio habla, circula algo del orden de lo primario y lo divino que me cuesta poner en palabras, se habilitan planos y estados de conciencia que tal vez de otra forma no podríamos conocer. Nos adentramos en ellos porque son una invitación a la reflexión constante, ya sea propia o grupal, sobre diferentes puntos y temáticas. Claro, hay que tener voluntad y ganas de enfrentarse a tales sombras, de enfrentar además a un sistema y elegir lo diferente, lo poco convencional, coraje para ser la minoría y aprender a sortear obstáculos, criticas y sobre todo soltar el miedo, superarlo y entender que es solo un arma de sumisión del capitalismo para atraparnos en sus redes. Las madres entre si nos damos animo y herramientas para aprender a tomar las riendas de las situaciones, empoderandonos para tomar confianza sobre nosotras mismas, aprendiendo a reconectarnos con la naturaleza que siempre es sabia y no tranza con el sistema, jamás.
Nosotras somos partes de la naturaleza, reconectar con el instinto es fundamental; luchar contra el sistema tiene sus frutos y tarde o temprano, una lo termina naturalizando y negocia hasta donde puede; hay que ser realistas también.
Las estaciones también nos conectan, cada una su encanto, sus climas y cuando logramos sintonizar con ellas, descubrimos que no somos tan diferentes a los árboles, por ejemplo, nosotras también tenemos sabia y en invierno somos más instrospectivas. El grupo deja entrever estas cosas, los ciclos femeninos y su relación con la naturaleza, la fertilidad, la luna y cosas mágicas que a mi me resultan alucinantes y ademas, muy útiles para entender-me más. En general cuando la luna cae comienza el coro de llantos, de cólicos, de berrinches: es “la hora de las brujas”. En verano nos ilumina un sol fantástico hasta el final y en invierno el hogar a leña nos abriga hasta el Alma, el fuego nos convoca como nos ha sido siempre en todas las épocas. Simbólicamente, a ese mismo fuego ilumina nuestras sombras, las lobas aullamos en torno a el por el dolor ancestral que aun no sano. Mujeres danzantes alrededor del fuego con sus niños a cuestas, con sus pechos desnudos, con un mar convulsionado que fluye sin cesar, por dentro, por fuera, por todas partes como un hilo invisible que nos unifica.
Nadie llega al grupo de casualidad, siempre vamos uniendo cabos, desatando nudos y ovillos y comprendiendo que todo pasa por algo, que somos espejos, que hay otra historia similar o que hay desde la propia algo que aportarle a la que llega.
Y así van llegando nuevas mamas con nuevos cachorritos, otras se van y estamos las de siempre, las que ya nos conocemos desde el principio. Cada vez es un grupo más grande y más solidó. Una unión fraternal nos entreteje. Los bebes se transforman en niños y los que llegaron casi recién nacidos, ahora caminan, hablan, se disputan las mediaslunas y hasta toman mate…eso es la vida, un ciclo perfecto que evoluciona en armonía, pese a que a veces veamos lo contrario. Somos muchas las que elegimos criar con conciencia, con apego, de forma natural, criar con respeto y libertad en todas sus formas. Somos muchas las que nos informamos para poder luego elegir y educar seres humanos que reciban desde su primer minuto de vida AMOR, desde el despojo del ego y la entrega absoluta en todas sus formas. Amor en estado puro, lejos de la tecnología, de la medicalizacion del parto y la crianza, lejos de todo eso que atente contra el vinculo primario, contra esa díada sagrada que conformamos mamá-bebé; tan maltratada por la sociedad, tan desvalorada muchas veces por el discurso machista, por el medico y capitalista, también. En el grupo sabemos que no estamos solas, que somos muchas durante años las que elegimos otro camino, porque sabemos que es posible y porque somos testigos presenciales de sus frutos. 
Ahora imagino la casa de noche, como un espacio sagrado, donde todo confluye. El eco del llanto de los bebes y las canciones de las mamas forman una melodía encantada que fluye como la leche, como la vida, por cada rincón de la casa. Todo huele a maternidad allí, no es un olor cualquiera, solo las hembras logramos olfatearlo con tanta precisión. En el piso han quedado desparramados los juguetes junto a nuestras sombras, a nuestras lagrimas, nuestros despojos y retazos...junto a todo eso que dejamos atrás para renacer, una y otra vez, tantas veces como sea necesario para purificar.
Mientras me alejo por la ventana, se oyen llantos de bebes, carcajadas de niños, risas adultas y risas de nuestras propias niñas interiores que se cuelan por ahí.
Todo se mezcla en un ciclo sin fin, yo puedo escucharlo.
Nos celebro como tribu, hemos logrado lo imposible!
Hasta mañana.
Nadia
Abril 2013 
Foto: Abril 2013 - faltan mamas, fue sobre el final del grupo. 

5 comentarios:

  1. Qué hermoso! Cuán cierto todo!!
    Vale

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  2. Nadia que lindo!! Mi experiencia fue otra,y creo que también depende de quien coordine el grupo y como lo haga, me tocó formar parte de un grupo, el cual era muy muy esperado por mi, y con el pasar de los encuentros medio que me desilusionó saber que la persona que lo coordinaba, (lo hacia de onda, lo cual es valida su iniciativa) pero lamentablemente no tenía el carisma o la experiencia para coordinarlo y para dar devoluciones que realmente nos hagan reflexionar y le den un aporte significativo al grupo,hasta ese momento nunca habia creído que fuera tan importante estar preparada para armar un grupo de crianza. El grupo con el tiempo, fue decayendo, llegamos a ser solo 2 mamás, nunca llegamos a generar un vinculo fuerte como grupo y tampoco ninguna logró soltarse al punto de liberarse y llorar por alguna experiencia. Bueno, es solo eso lo que quería compartir, ojalá lo tomes bien, no es ninguna crítica, al contrario creo en los grupos de crianza o círculos de mujeres, solo que creo que no cualquiera está capacitado para dirigir un grupo con mujeres tan vulnerables, y sedientas de contención. Saludos, Corina.

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    1. Corina, coincido con vos pero creo que más que una buena coordinadora hay algo que fluye o no fluye en el grupo, una corriente de energía y empatia, que es como la química entre las personas viste? se da o no se da. Considero que no hay jerarquías y que entre todas coordinamos un poco porque todas tenemos diferentes roles dentro del grupo...no se como sera tu situación ahora pero hay varios grupos de crianza ahora por todos lados, por suerte, así que siempre podes volver a probar!
      Un abrazo y gracias por tus palabras

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  3. me encanta verte crecer tanto Nadi, bienvenido este puerperio q te sacudio desde el alma. Los amo! nana

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