En principio te acune toda mi
vida en mis sueños, para luego acunarte nueve meses en mi útero, sagrado
espacio compartido cuando aún éramos uno. Te acune ritmicamente incluso durante
el parto y apenas te mire a los ojos, te acune sobre mi pecho.
Te acune de pie, sentada,
acostada, de cuclillas, como me salía y permitía el cuerpo y la fuerza. Te
acune desvelada, despierta, insomne, con los ojos abiertos, con los ojos
cerrados. Te acune a los rayos del sol, en la blancura de la luna, en las
sombras de la noche, en la luz del atardecer y mirando las estrellas, también.
Te acune al aire libre bajo un árbol de verano, de otoño y hasta de invierno,
te acune en nuestra guarida, por toda-s la-a casa-s y en cuanto rincón del
hogar encontraba, y el barrio, también. Te acune desesperada, abatida,
desgastada, entre lágrimas, así como te acune entre sonrisas inmensas y
complicidades, sintiendo el calor de tu cuerpito junto al mío. Te acune
hablándote, contándote lo hermoso que es el mundo, te acune con música de todo
tipo y ritmo, te acune en silencio, te acune cantándote muy suavecito. Te acune
en colores y algunas veces en blanco y negro. Te acune mirándonos a los ojos
hasta que los cerrabas (o a veces los
cerraba yo primero) te acune confesándote las verdades más profundas, te
acune despeinada, desnuda, vestida de ilusiones y de abandonos, de acune sola,
en tribu, en compañía de mi propia madre y te acune en la soledad de cientos de
noches donde el ritmo de nuestros corazón es un eco infinito en el espacio. Te
acune con mis alas, intentando flotar y te acune con mis raíces ancladas a la
Pachamama, también. Te acune con mi infinita paciencia, con mis desvaríos, con
mi locura y con mi coherencia, te acune con mis brazos, mis piernas y mi ser
integro. Te acune dándote de mamar en ese fluir mutuo y caluroso tan especial. Te
acune siempre pese a tantas cosas, te acune y acuno casi sin pensarlo.
Eso si, algo es infalible y es
lo que intento que nunca falte al acunarte incluso en esos momentos tan
difíciles que me/nos toca a veces transitar.
Es la música que acompaña y que solo vos y yo podemos oír; la del amor incondicional.
Es la música que acompaña y que solo vos y yo podemos oír; la del amor incondicional.
Te adoro.
Mamá
Julio 2012
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