Opinologos al por
mayor
Convengamos
que conservar la salud mental, lo más íntegramente posible, en pleno puerperio
es todo un desafío. Este periodo, que abarca los primeros dos años de vida con
sus múltiples etapas, es un momento vital en la vida de toda mujer. Es un antes
y un después en nuestra historia personal, para siempre. Nos encontramos
inmersas en un mar convulsionado por múltiples emociones y sensaciones desencontradas,
somos un coctel misterioso, el nacimiento de un hijo nos atraviesa desde los
pies hasta el Alma cambiando para siempre nuestras vidas. Nuestro rol social,
familiar y femenino ya no es el mismo, nuestro eje cambia de lugar radicalmente
y todo se transforma a cada momento. Los hijos llegan para revolucionar nuestro
interior y si bien el camino de aprendizaje es arduo, para quien quiera
zambullirse en aquel mar interior y aprovechar el proceso para sanar y
conocerse de una forma única, vale la pena entregarse. Pocas etapas o procesos
en la vida ofrecen un viaje tan profundo.
Al principio un mundo nuevo y desconocido parece absorbernos sin piedad ni pausas, reina el caos, los días y las noches son lo mismo, los ritmos de desequilibran y hasta nuestros cuerpos parecen no pertenecernos. La demanda constante del recién nacido, con el que aún estamos en plena etapa de conocimiento mutuo, no cesa. A todo esto se suma el estallido hormonal más grande de toda nuestra vida, lo cual no es poca cosa. Por eso considero fundamental ahorrar la mayor energía posible por nosotras y por nuestras crías y permanecer, dentro del caos, lo más estables que podamos evitando lo evitable e innecesario.
Al principio un mundo nuevo y desconocido parece absorbernos sin piedad ni pausas, reina el caos, los días y las noches son lo mismo, los ritmos de desequilibran y hasta nuestros cuerpos parecen no pertenecernos. La demanda constante del recién nacido, con el que aún estamos en plena etapa de conocimiento mutuo, no cesa. A todo esto se suma el estallido hormonal más grande de toda nuestra vida, lo cual no es poca cosa. Por eso considero fundamental ahorrar la mayor energía posible por nosotras y por nuestras crías y permanecer, dentro del caos, lo más estables que podamos evitando lo evitable e innecesario.
Sucede
que en medio de todo esto, la familia de una, la del marido, los vecinos, los
pediatras, la gente en los colectivos, en la calle, en la plaza y en todas
partes dan opiniones sin que uno las pida ¡todos son expertos opinologos de
crianza! El problema llega cuando la crítica nos influye, nos comienza a
molestar y generar una energía densa, nos siembra la duda, el miedo, cuando hacen titubear
nuestras certezas. Así progresivamente todo ese ruido externo nos confunde y va
acallando la sabia voz interior de nuestro instinto que es la más noble y
segura, la única que esta conectada con el bebé de una manera tan profunda. Es decir, ningún libro, ningún pediatra, ni
nadie en este mundo conoce más a ese bebé que quien lo gesto nueve meses dentro
de su propio cuerpo, sin embargo aunque esto resulte tan “obvio” o natural, lamentablemente en las sociedades de hoy muchas
madres no llegan a empoderarse y escuchar el latido interno que es la única
guía infalible que sabrá decodificar siempre las necesidades de su bebé.
Siempre vamos a confundirnos porque somos humanos, errores tenemos todas y todos, nadie nace sabiendo ser padre ni hay una sola forma de serlo y es gracias a estos que aprendemos y crecemos, es decir que son tan fundamentales y necesarios como los aciertos. Los errores son oportunidades hacia el cambio, son aprendizaje en acción, gracias a los errores es que buscamos alternativas y descubrimos lo que ni siquiera habíamos imaginado. Estaría bueno que la gente pudiera entender eso para respetar lo que cada familia elige hacer con la crianza de sus niños. Y aclaro esto porque mucha gente se excusa en la crítica de querer ayudar para que “no cometas un error” y realmente el error es tan humano como ancestral y además, es parte del camino.
Siempre vamos a confundirnos porque somos humanos, errores tenemos todas y todos, nadie nace sabiendo ser padre ni hay una sola forma de serlo y es gracias a estos que aprendemos y crecemos, es decir que son tan fundamentales y necesarios como los aciertos. Los errores son oportunidades hacia el cambio, son aprendizaje en acción, gracias a los errores es que buscamos alternativas y descubrimos lo que ni siquiera habíamos imaginado. Estaría bueno que la gente pudiera entender eso para respetar lo que cada familia elige hacer con la crianza de sus niños. Y aclaro esto porque mucha gente se excusa en la crítica de querer ayudar para que “no cometas un error” y realmente el error es tan humano como ancestral y además, es parte del camino.
Las criticas como una
forma de violencia encubierta
Hay
diferentes formas de agredir por medio de la crítica. Muchas veces la gente se
pone agresiva o se irrita ante la crianza ajena, por problemas personales de su
propia historia con sus padres o de la crianza que le brindo a sus hijos, es
decir que proyectan de alguna forma sobre nosotras, que estamos puérperas y
sensibles todo eso que vivieron en carne propia. Por defensa personal, las
madres dicen cosas hirientes o que impactan en un lugar muy sensible. No miden
sus palabras porque el problema está en ellas y lo sacan de la forma que pueden
sin tomar consideración por la madre real en el aquí y ahora que tienen
enfrente acunando a un bebé. También hay personas a las que les cuesta asumir
que su hija ahora además es madre, que ya no es una nena, que ahora el niño es
el que llora y mide pocos centímetros. Cuando llega un bebé todos los roles del
entorno se modifican y hay un tiempo adaptativo para cada miembro de la familia
o el entorno, cada uno tiene los suyos y esas diferencias a veces produce
conflictos difíciles de sostener. Incluso hay personas que por rellenar
silencios dicen cosas ridículas, que pueden hacernos sentir culpables o
lastimarnos, porque simplemente no saben que decir y parece que cuando llega un
bebé, hay que decir algo como si el silencio incomodara o fuera algo muy
primaria que nos retrotrae a estados sutiles. Es difícil que alguien lo observa
y disfrute en silencio o con distancia, el como si el bebé fuera algo “sagrado” que hay que tocar, mecer,
revolear y sobre lo que hay que opinar sea como sea. Generalmente las que se
han convertido en abuelas, así como muchas personas mayores en la vía pública,
sienten cierto poder porque ya lo vivieron y entonces opinan desde ese supuesto
saber que la experiencia les dio sin tomar en cuenta que los tiempos cambian y
que además, cada ser humano es libre de decidir y tomar responsabilidad sobre
sus elecciones y que no haga lo que ellas hicieron no quiere decir que lo haga
mal.
Aun
así, considero que son pocos los comentarios en donde realmente hay maldad,
envidia o celos, es decir mala intención. Por eso me parece importante tener en
cuenta estos tips y tomar distancia, detectar que el ataque en general no es
contra una ni contra el bebé, sino contra ellos mismos, sus propios miedos,
inseguridades y culpas. De esta forma tomamos otra posición al respecto y
podemos responder quizá desde otro lugar sin sentirnos tan invadidas o
irritadas. Porque lo cierto es que una se vuelve una loba cuando se trata de
defender a nuestra cría o nuestras convicciones de crianza.
Si,
sé por experiencia personal que en general la paciencia se agota: estamos
sensibles, vulnerables, cansadas, con pocas horas de sueño, con un bebé que
llora, nos ha cambiado el cuerpo y la vida por completo, el bebé demanda nuestra
integra presencia todo el día y también, toda la noche. Es natural que una
espere que la escuchen o que la acompañen desde un lugar respetuoso, no que
señalen y juzguen continuamente lo que hacemos o dejamos de hacer, no que nos
ordenen a veces de formas poco saludables lo que tenemos que hacer contándonos
las trágicas consecuencias de nuestros actos si no seguimos sus mandatos,
marcando errores e insinuando que no lo hicimos como nos dijeron, el típico “yo te dije”. Y lo más curioso es que
esto no sucede solo entre nuestros entornos familiares, sino que se extiende a
la sociedad en si porque los comentarios más irrespetuosos y agresivos son de
la gente que camina en la calle, que aguarda en las colas o que se sienta a
nuestro lado en los colectivos. Y este tipo de violencia no es solo verbal,
porque muchas veces invade y molesta más una mirada o un gesto de desaprobación
lo cual en medio del puerperio puede pesar más que en cualquier otra etapa de
nuestras vidas. Aún hay, lamentablemente, mucha falta de respeto por la diada mamá-bebé, incluso en las colas
para embarazadas o mamas con niños, en general no nos dan prioridad y hasta a
veces en los transportes públicos se hacen los dormidos o desentendidos, es
triste.
Por
todo esto y mucho más comparto estos tips para poder afrontar de una manera
sana esos momentos tan difíciles donde nos vemos inundadas de consejos,
criticas, donde nos sentimos señaladas, juzgadas, donde nos mareamos de leer y
escuchar tantas cosas diferentes y ya no sabemos que hacer en medio de tanto
ruido, perdemos el sentido común y nos desconectamos de nuestra esencia, de la
hembra que somos. Es importante no perder el foco, la conexión con nuestro
interior y la conexión con nuestra cría, nuestro bebé es quien marca el pulso
realmente, porque cada mamá y cada bebé es único y además porque es nuestro
derecho el estar en paz y que todos aprendan a respetar las decisiones que una
toma como madre adulta; eso es lo que más les cuesta a los otros, entender que
a este bebé lo cría una, el resto ya tuvo su momento y oportunidad para criar
al suyo.
Como afrontar las
críticas a la crianza de manera saludable:
·
Establecer límites desde un principio: En un primer
momento cuando contamos la maravillosa noticia de nuestro embarazo el nivel de
consejos no solicitados aumenta exponencialmente, pero lo cierto es que cuando el
bebé llega la situación empeora y no cesa hasta los primeros años de vida. No
exagero ni soy negativo, intento ser realista para que podamos establecer lo
antes posibles dinámicas que nos protejan y que no expongan además, a nuestro
bebé. El factor sorpresa no está nada bueno, la información siempre suma. Los
límites claros y explícitos son necesarios y cuanto antes los establezcamos
menos críticas vamos a recibir, el poder esta en una. Los limites verbales e
inclusos físicos (no pasar al bebé de
mano en mano, no dejar que lo revoleen, no dejar que le den alimentos si aún no
come, etc.) esta en nosotras y si o si tenemos que ponerlos en práctica cuando
nos convertimos en madres para que nos respeten.
·
Saber con quién compartir la información y la crianza: Esto lo aprendemos
con el tiempo y la experiencia, ya que no es algo que podamos prever de
antemano porque cada persona reacciona diferente ante la llegada de un bebé. Es
indispensable saber a quién contarle ciertas cosas y a quien no, simplemente
porque hay personas que no están preparadas para adquirir cierta información o no
puede respetarla sin critica. Esta bueno ir teniendo en cuenta a quien decirle
que cosas, no se puede sostener el mismo vínculo con todos, porque cada persona
tiene un nivel de apertura –mente y corazón – diferente. Muchas veces pasa que
personas que conocemos de toda la vida no pueden o no saben como acompañarnos
desde un lugar respetuoso y otras personas más nuevas si están dispuestas a
hacerlo. No hay que decirle a todo el mundo lo que hacemos ni pretender que
entiendan, cada persona es diferente, por eso tomar este recaudo esta bueno.
·
Formar una red de sostén y-o una tribu de crianza: Considero
fundamental, desde el embarazo si es posible, ir construyendo una red de sostén
como pueden ser los grupos de crianza, donde sentirnos escuchadas y acompañadas
en este proceso tan especial y complejo que es la maternidad. Criar en tribu es
muy saludable, circula una energía muy revitalizadora y una siente que no es la
única a la que le pasan las cosas, que hay otras historias similares, que hay
muchas mamas que atraviesan lo mismo y que juntan podemos apoyarnos,
informarnos, hacernos compañía, realizar juntas talleres y además poder compartir
la crianza de nuestros niños desde un lugar tan profundo y ancestral. Nos
encontramos con espejos continuamente y es muy enriquecedora la experiencia.
Vivo esta práctica hace dos años y mi tribu es sagrada para mí, es un espacio
de empatía y respeto, donde construimos libertad desde el amor más profundo; el
amor por nuestras crías. Más aun, como fue mi caso, que fui la primera y única
que se convirtió en mamá dentro de mi círculo más cercano y además soy madre
soltera, con un padre que esta presente pero no es conviviente, ni es mi
pareja, claro.
·
Empoderarse: A partir de la información, sumada a la experiencia
personal desde un lugar consiente, una puede tomar poder y hacerse responsable
de cada uno de sus actos. Poder elegir desde la intuición y desde el corazón,
esa es la verdadera libertad. Es decir, no hacer de forma automática lo que nos
dice el obstetra, el pediatra, el libro, la suegra o la panadera por inercia,
por miedo, por autodesvalorizarse y perder la confianza en nosotras mismas.
Nadie puede saber más acerca de nuestro propio cachorro que nosotras mismas,
nadie. Cuando una se empodera, la confianza se vuelve firme, la seguridad se
hace presente y entonces todo comienza a cambiar, incluso podemos responder
desde otro lugar porque al tener tan claro nuestro camino y nuestras certezas,
no tenemos que defendernos tanto ya que nada hace tambalear esa armadura de
amor que fuimos construyendo. Hace
falta mucho trabajo interior para llegar a este estado, pero sé por experiencia
personal que a través de la práctica y la voluntad se puede. Siempre hay
retrocesos, claro, porque hay momentos en que estamos más sensibles o
influenciables, también depende quien sea el emisor de la crítica. Hay personas
que tienen más poder sobre nosotros que otras, es una realidad que no podemos
negar pero empoderarse fortalece el vínculo con nosotras mismas, con nuestros
bebés y con nuestro entorno.
·
Comentarios innecesarios que sobran: Nunca faltan los comentarios
negativos (este chico es un malcriado, es un mañoso, te tomo el tiempo, te
manipula, es un caprichoso) los falsos profetas (si no le das chupete, no va a
dejar nunca la teta; si no lo pasas a su cuarto no lo sacas más de la cama; si
lo tenes a upa no vas a sacártelo más de encima) las opiniones no solicitadas
(dejalo llorar que le hace bien; si lo tenes tanto a upa se va a malcriar o va
a ser un maricon; ya podrías darle comida; mejor metelo en el corralito) y las
que más nos irritan a todas las grandes faltas de respeto donde la ganadora es:
¿Todavía le das teta? o esas ridiculeces como que se vuelve dependiente si
estamos muy disponibles, cuando sucede todo lo contrario. Estas y muchas otras
frases son las que tenemos que soportar en todas partes durante, al menos, el
primer año de nuestro hijo. Esta bueno tener algunas respuestas ya preparadas
para responder sin dar mucho lugar al sermón, a continuación les comparto
algunas.
Respuestas
practicas a cuestionamientos ridículos:
·
Ante
muchas de las situaciones que anteriormente enuncie, podemos responder con
altura y tranquilidad, por ejemplo: agradezco tu opinión pero yo prefiero
hacerlo de esta forma, gracias por tu colaboración pero prefiero hacerlo sola,
a mí me parecen mejor otras maneras, me resulta más práctico de esta otra,
etcétera. También esta bueno ser sincera e intentando apelar a la empatía
responder: Hago lo que puedo; en general la gente tiende a tomar un poco de
conciencia y distancia ante este tipo de respuestas y bajar el nivel de
críticas.
·
Cuando
ya sabemos que hay alguien que nos retruca las cosas o no las respeta, lo mejor
es siempre decir “el pediatra me lo
aconsejo” o “se lo mando el pediatra”
eso para algunas personas es palabra santa, dejan de molestar automáticamente
excusándose en que las cosas cambiaron ahora y que si el medico lo dijo, esta
bien entonces. Sobre todo con temas de alimentación o medicina que tantos
problemas traen. Si el “dotor” lo dijo, será verdad
(lamentablemente aun circula eso en nuestra sociedad)
·
A
la gente le encanta preguntar como duerme, como come, como se porta, cuantas
veces hace caca, si vomita, si se prendió bien a la teta, si llora y hasta si
ronca. En un principio yo me irritaba mucho, la gran falta de tacto y
sensibilidad hacia estragos en mí. No paraban de preguntar, de opinar, no tenia
paz. Luego comencé a ser irónica, si me preguntaban si comía cuando cumplió los
6 meses les decía “si, almuerzo, merienda y cena, come 5 platos” algunos se
reían u otros dejaban automáticamente de responder, depende el tono con que el
que una responda. Esta bueno ser escueta, más allá de si es verdad o mentira la
respuesta, hay que usar la imaginación y la inteligencia; acá van algunas
respuestas rápidas:
¿Te duerme
toda la noche? Si, es un angelito, 12 horas de corrido (aunque nos despierte cada 35 minutos a tomar teta y no peguemos un
ojo)
¿Se porta bien, es bueno el bebé? Todos los bebés son buenos, en principio y si se porta bárbaro (hay personas que creen que un bebé es un muñeco o una mascota, el niño es niño, juega, desacomoda, explora, desarma, eso es lo saludable y natural)
¿Se porta bien, es bueno el bebé? Todos los bebés son buenos, en principio y si se porta bárbaro (hay personas que creen que un bebé es un muñeco o una mascota, el niño es niño, juega, desacomoda, explora, desarma, eso es lo saludable y natural)
¿Por qué no
usa chupete? No lo quiso o la pediatra me desaconsejo su uso.
¿Por qué no
toma mamadera? Idem punto anterior.
¿Llora el
bebito? (o más irritante aun ¿Te llora?): Si, como todos los bebes. Es su forma
de comunicación. Y si insisten en este punto e inventan enfermedades y males
extraños, o que llora por hambre entonces directamente respondemos que no
llora. Fin de la conversación.
¿Todavía no
va al jardín? Aún no está preparado para eso, los niños tienen capacidad de
sociabilizar a partir de los dos años (en general preguntan esto en edades
ridículas, lo cual es más irritante aun) y si no, anda a estudiar pedagogía y
volve (y ahí te reis).
·
Un
tema que escucho mucho en quien elegimos la crianza a partir del movimiento
libre, es el de los pies al aire y el bebé en el piso el mayor tiempo posible.
Se torna insoportable la crítica continua que victimiza a nuestro bebé con
términos como “pobrecito”, “se va a
enfermar” “el piso esta sucio-frio” y la mirada pesada que dice
entredientes “que mala madre” sin
tener noción de que detrás de los pies descalzos y el piso, hay toda una
filosofía y que los beneficios son múltiples con muy buenos resultados. Como si
fuera poco muchas veces tenemos que lidiar con la gente que por la calle los
tapa con las mantas o te dicen de muy mala forma algo al respecto, sin siquiera
pedir permiso para tocarlos y accionar sobre ellos. En este punto tenemos dos
caminos, sentarlos a explicarles todo lo que sabemos al respecto si es alguien
dispuesto a instruirse más allá de que esté de acuerdo o no con la decisión, o
simplemente decir que es una decisión tomada y que no queremos volver a
escuchar nada al respecto. Y en todo caso recurrimos al comodín que no falla: “lo indico el pediatra, ahora es así”.
·
La
ansiedad es un síntoma que desde el embarazo nos acompaña, a nosotras como mamá
y al entorno de una manera a veces, delirante. Mucha gente intenta acelerar los
procesos haciéndonos preguntas que nos cargan de ansiedad, de preocupación y
hasta en algunos casos, siembra el miedo y la duda. ¿Todavía no nació? ¿Cuándo
lo bautizas? ¿Cuándo va a gatear? ¿Todavía no camina?, no aumento nada de peso
che, ¿Cómo que no come?, no habla casi nada, ¿No dejo los pañales? ¿Cuándo
empieza el jardín? Y una larga lista de etcétera. Y además se suma la
comparación con sobrinos, vecinos y todo tipo de parentesco. Esta bueno no
perder de foco que cada niño tiene su ritmo madurativo, tanto motriz como
cognitivamente para que el miedo no nos agobie. Eso podemos responder ante este
tipo de preguntas poco felices o simplemente afirmar que el pediatra nos dijo
que todo andaba muy bien y pedir por favor que no se lo compare con nadie
porque cada niño es único. Las comparaciones resultan muy tediosas y son una
falta de respeto. Y además todo este tipo de preguntas confunden y preocupan a
la madre sin ningún sentido.
·
El
tema de la medicina que elegimos para acompañar a nuestros niños, es otro gran
tema. Somos interrogadas y cuestionadas desde el parto, si quisimos anestesia,
sino, si parimos en casa o si no, después vienen las vacunas, la medicación,
como atravesar las enfermedades y un sinfín de cuestiones. Como plus se suman
los relatos de muertes, los peores partos, enfermedades espantosas y accidentes
trágicos, realmente la gente no tiene tacto o será que un bebé mueve tantas
cosas en el interior que no pueden callar tanto ruido. Cuando decidimos no atender
a nuestros niños desde la medicina convencional, todo es más difícil aun. Las
estructuras, costumbres y mitos son muy sólidos en la mayoría de las personas y
complejos de transformar, por eso considero que lo mejor es mantener un perfil
bajo y no alzar ninguna bandera, de esta forma nos ahorramos muchos comentarios
que pueden ser realmente perjudiciales y traer conflictos grandes en las
familias o entornos. Recordar lo que
relataba en otro punto, saber con quién contar y con quien no, no todo el mundo
esta preparado para entender algunas decisiones y acompañarlas.
·
La
alimentación es también un tema complejo que se presta a mucha crítica. En
principio todo pasa por si la teta es a libre demanda o cada tres horas, si usa
mamadera o no, que come la madre o deja de comer, después si el niño a los seis
meses no está sentado tragando papillas parece ser un extraterrestre y esto
sigue, se los aseguro. Para quienes elegimos una alimentación consiente y libre
de cadáveres, la situación empeora. Le va a faltar vitamina, hierro, proteínas,
nos vuelven locas como si quienes tomáramos estas decisiones no fuéramos
conscientes de lo que hacemos, jamás expondríamos a nuestros niños sin estar
seguras. Además, en general quienes elegimos alimentar así a nuestros niños somos
vegetarianas o veganas hace años, sabemos lo que hacemos. Así es que inconsciente
e irresponsable es quizá de lo más suave que encuentran para calificarnos,
además de locas, claro. Sobre este tema cabe profundizar más en otro artículo
porque es muy amplio. En base a mi experiencia, noto que la gente se va
tranquilizando con el tiempo, cuando ven que atravesamos un buen embarazo o que
el niño pese a no alimentarse de animales, por ejemplo esta nutrido y es sano.
Es decir, los otros tienen que aprender a confiar en nosotros, porque a veces
por más información que le brindemos de la mejor forma, no todos tienen la
capacidad de realmente comprenderlo y es la practica quien hace que nuestras
filosofías e ideales tomen forma por fin no dando espacio a los cuestionamientos.
La burla siempre tiene lugar ante estas decisiones y a veces lo mejor es hacer
oídos sordos ante palabras necias.
Conclusiones finales
Considero
que con el pasar de los meses, nosotras vamos recuperándonos del parto,
rearmándonos y acomodando nuestras rutinas, nos acostumbramos a las críticas en
aumento buscando la forma de evadirlas o terminar con ellas de una vez. En
definitiva vamos aprendiendo, de la mano de nuestro cachorro, a ser mamás. En
ese proceso, el resto acompaña, en menor o mayor medid y es inevitable que
influyan de alguna forma. Es importante poner distancia y límite con quien no
nos sentimos cómodas, permitirnos sin culpa no ir a lugares o reuniones donde
no estamos tranquilas porque nuestro bebé también siente eso, aún estamos
conectados desde un lugar muy sutil y no esta bueno exponerlo a situaciones
estresantes, ni exponernos nosotras a un gasto de energía tan grande cuando la
necesitamos para criar y estar lo más enteras posibles.
Construir
seguridad con cada logro y nuevo descubrimiento, tener la práctica y la
voluntad de escuchar nuestra voz interior y confiar es nuestro instinto y
empoderarnos paulatinamente de nuestro cuerpo y de nuestra forma de criar nos
va a permitir pararnos frente a los otros de una manera diferente, con mayor
seguridad y menos estrés ante la crítica o la falta de respeto, permitiéndonos
así responder también de una manera más amable que en muchos casos descoloca en
emisor. No tengamos miedo de hacernos escuchar, no tengamos miedo de soltar
culpas, de abandonar para siempre ese rol sumiso y tímido que sostenemos por
adaptación o mejor dicho sobreadaptación a un medio y una sociedad que siempre
nos desvalorizo e intento taparnos la boca como si nuestra voz no tuviera peso.
Que nuestras voces se escuchen, que la crítica ajena no nos someta, no nos
domine, ni nos engañe. Tenemos que hacer valer nuestros derechos y lograr que
se nos respete, a nosotros y a nuestros bebes.
Mientras más
nos ataquen, más sólidos se vuelven nuestros cimientos.
La voz del
instinto toma forma y habla, a través de nosotras, hagamos que la oigan.
Lic. Nadia
Scollo – Psicologa (UBA) - Artesana –
Mamá de
Nehuén (17 meses)
No hay comentarios:
Publicar un comentario